Desaparecidas en democracia: A 19 años de la desaparición de Marita Verón

Marita desapareció el 3 de abril de 2002. Se fue de su casa para una consulta médica y jamás volvió. Su caso es, al día de hoy, de los más reconocidos en Argentina.

¿Por qué es tan fuerte nuestra necesidad de recordarla? ¿Por qué insistimos con no dejar pasar su nombre ni esta fecha?

Hace diecinueve años que Marita desapareció y diecinueve años más tarde nuestras hijas siguen desapareciendo para no volver. Y en nuestro imaginario colectivo elegimos naturalizarlo.

Hoy las pibas desaparecen para que en unas semanas sus nombres sean borrados de los diarios, los noticieros, de la boca de los vecinos o grupos de amigos. Deja de ser “la tendencia del día”.

Nos olvidamos que la desaparición de una piba no es un “tema del momento”, sino que es el despojo de una vida. Es una madre, un padre con un corazón vacío y una impotencia desoladora. Es una hija que fue arrancada de su vida para ser sistemáticamente explotada.

Diecinueve es la cantidad de años que hoy se cumplen desde que Marita Veron fue secuestrada por las redes de trata de personas. Marita tenía 23 años y una hija que tuvo que seguir creciendo sin su mamá. Susana, su madre, lucha por encontrarla desde entonces.

Hoy luchamos por su memoria, pero también, por la memoria de todas aquellas que fueron olvidadas.

Por Marita Verón, por María Cash, por Johana Ramallo, por Mariela Tasat, por Katherine Moscoso, por Yamila Cuello, por Salomé Valenzuela y por todas las desaparecidas en democracia.

Vía Madres Víctimas de Trata

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M Celeste González